Congreso ACCBAL 2018: La Previa

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Como suele sucederme el viaje fue largo, muchas escalas, esperas interminables, caminatas sin sentido dentro de los aeropuertos pretendiendo que el tiempo pase más rápido y siempre pensando y pensando con que escenario me iba a encontrar (gente, comida, clima, hotel, por nombrar algunas).

Esta vez pasó algo no habitual, sentía que me faltaba algo, no sabía qué pero algo me faltaba, recorría la casa una y otra vez buscando la respuesta pero aparentemente estaba todo ok. Llegó el transfer que me trasladó al aeródromo de Valdivia y allí surgió mi primera duda: ¿En que hotel me iba a alojar? Le escribí a Javier N. P. (Uno de los organizadores) vía WhatsApp. “Hotel del perro” me escribió, pensé que era una broma, me imaginaba escribiendo ese nombre al hacer migraciones en Bogotá y le volví a preguntar. “Ese es el nombre, googleá Parque del Perro” me dijo. También aprovechó para contarme que un tal “Chucho” iba a ir a recogerme al Aeropuerto de Cali para llevarme al hotel, lo que no me imaginé en ese momento fue que este señor iba a tomar un gran protagonismo al aterrizar el avión a tierras caleñas.

Al llegar a Santiago se materializó mi duda (esa que me tenía caminando por toda la casa): ¡Olvidé la cámara de fotos!, sin ella se me iba a complicar la cobertura para Bioterios.com, nunca es bueno depender de los demás, supe de inmediato que se trataba de un error imperdonable.

Caminé hasta una zona VIP del aeropuerto porque quería trabajar en mi presentación sobre 3R’s, aún tenía muchas cosas por revisar y ajustar, los días anteriores no había conseguido el tiempo ni las ganas para hacerlo (nada nuevo en mi). Las ocho horas de espera se esfumaron entre bebida y comida libre (luego de pagar la entrada obviamente), finalmente la presentación se veía bien, iba a tener un vuelo tranquilo a Bogotá a puro ronquido.

En Bogotá tomé el celular para ver el nombre del hotel, ya no era el del can (perro), ahora era el Granada, lo malo es que Marcelo A. que ya estaba en Cali me comentó que había al menos tres hoteles Granada en la zona de Granada, así que era fundamental saber que este era el Loft Granada Inn. Esto fue lo último que hizo mi celular antes de “morir”, desde ese momento no volvió a encender (sin cámara de fotos ni celular, linda combinación).

Mi espera en Bogotá se repartió entre hacer funcionar el teléfono, intentar conectar la notebook a algún wifi y mirar como desfilaban las colombianas de norte a sur, de este a oeste y en todos los sentidos. Claramente lo único que me dio resultado fue lo último.

Llegué a Cali, el calor se hizo notar de inmediato, no así “Chucho” que no apareció, no aparecía y no parecía que vaya a aparecer (lindo trabalenguas). Cómo preguntar por mi chofer si no tenía mi teléfono y encima no había ningún wifi disponible para mi notebook. Pregunté y pregunté pero nadie me podía ayudar. Algunos optimistas: “al final del pasillo a la izquierda”, otros pesimistas: “¿wifi aquí? Nooo”. Empecé a preguntar sin preguntar, terrible cuando la resignación nos gana y nos hace pensar que no hay forma de llegar a buen puerto (en un aeropuerto). Una señora que empezó a decir que no con la cabeza de repente se iluminó y me dio la respuesta que necesitaba: “En el piso de abajo hay un local con máquinas para conectarse a internet”. Aceleré el paso y me instalé frente a una computadora, escribí al Facebook, al Gmail, con copia a todos los que podían ayudarme y allí apareció Guillermo R. que me tranquilizó de inmediato “Chucho está yendo para allá, ubícate en el piso 2, entrada 1”. Y eso hice.

Lo que nunca imagine es que iba a volver a ese local a conectarme a internet dos veces. Chucho no aparecía y se fueron tres horas desde mi llegada al aeropuerto. Finalmente Chucho llegó y me llevó al hotel, un hombre muy amable y conversador que me hizo olvidar rápidamente el mal momento.

Foto de Chucho:

Marcelo A. me golpeó la puerta (casi la derriba) de la habitación, le abrí, nos saludamos y quedamos en ir juntos a cenar. La idea era trasladarnos al Parque del Perro (¿se acuerdan?).

Allá fuimos con Guillermo R., a los pocos minutos nos encontramos con Javier N. P. (los cuatro fantásticos se volvían a juntar pero esta vez en tierras colombianas). Apareció Rodrigo V. a quien conocí en Guatemala y nos fuimos a comer unas carnes a 4 Rocas junto a Natalia A. y parte de la organización del Congreso.

Me acosté temprano favorecido además por el cambio de hora (dos menos). Revisé mi primera presentación que iba a inaugurar el Congreso y me dormí.

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Seguiremos ofreciendo un espacio para todos aquellos que quieran participar y colaborar en esta cruzada educativa, porque tenemos muy claro que estaremos constantemente: “Aprendiendo de los Animales de Laboratorio”.

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