Consiguen revertir el envejecimiento en ratones

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Una de las grandes fantasías del ser humano, desde que somos plenamente conscientes de la finitud de la vida, al contrario que otros animales, es retrasar el momento de la muerte. A diferencia de los que podrían pensar en una suerte de Matusalén moderno, lo cierto es que no se trata de prolongar el envejecimiento.

Los avances científicos han permitido en los últimos años que podamos soñar con retrasar este proceso. E incluso, podríamos ir más allá: tratar de no envejecer nunca, de permanecer jóvenes durante más años. En otras palabras, apostar por hallar el elixir de juventud, que cantara Antonio Vega hace más de una década.

¿Es científicamente posible? O por contra, ¿trata la investigación de aliarse con una de las mayores esperanzas humanas, aunque a día de hoy sea realmente una utopía? No resulta sencillo pensar que, en realidad, todos moriremos algún día. Aceptar esta condición tan innata a la vida es asumir un proverbio antiguo, enunciado como memento mori: recuerda que vas a morir.

En mi opinión, la batalla científica contra el envejecimiento no debe hacernos olvidar que la muerte es real. Existe, y en mayor o menor medida, jamás podremos librarnos de ella. Quizás la ciencia logre resultados espectaculares en los próximos años, de forma que podamos alargar en cierta medida nuestra vida.

Pero la lucha contra el envejecimiento debería apostar de manera simultánea por mantener unas condiciones óptimas de salud. De lo contrario, la pelea podría haber sido en balde. Por este motivo, una reciente investigación publicada en la revista Cell vuelve a alimentar las esperanzas de aquellos que sueñan con ganar el pulso al envejecimiento.

El trabajo ha sido realizado por científicos de la Universidad de Harvard, contando con la colaboración del MIT, además de diversos centros de I+D de Australia y Portugal. Su objetivo se ha centrado en el estudio de la mitocondria, la auténtica fábrica de energía de nuestras células. Y es que desde hace años se han relacionado posibles lesiones de este orgánulo con problemas relacionados con el envejecimiento, tales como las cardiopatías, el mal de Alzheimer o el Parkinson.

Las causas de los defectos mitocondriales, que provocan en cierta medida el desarrollo del envejecimiento, aún no están claras. El equipo de científicos exploró en esta ocasión las lesiones asociadas al sistema OXPHOS, una especie de maquinaria de la mitocondria que sirve para producir ATP mediante la oxidación de nutrientes. Este ATP es la moneda energética que usan cada día el conjunto de nuestras células.

En esta auténtica ruta metabólica celular, los investigadores observadores cómo eliminar la proteína SIRT1 (la conocida sirtuína-1) aceleraba el envejecimiento de los ratones, modelo animal usado en el estudio. Estas moléculas biológicas son famosas en la comunidad científica, pues ensayos anteriores asociaban estas proteínas a un mayor o menor grado de envejecimiento celular.

La novedad del presente artículo se basa en entender que el aumento de los niveles de NAD+ lograba revertir algunos de los signos del envejecimiento en ratones. En particular, la inyección de este compuesto en los animales lograba en cierta medida retrasar el paso del tiempo. Los roedores que anteriormente tenían 2 años pasaban a presentar síntomas de haber rejuvenecido radicalmente: comenzaban a parecer ratones de solo 6 meses.

Sus resultados, aunque se han demostrado en animales, podrían abrir nuevos caminos en la batalla científica contra el envejecimiento. Y es que los iniciales estudios sobre los telómeros, considerados como auténticos "relojes moleculares", podrían complementarse con las conclusiones de esta investigación en Cell.

Dados los buenos resultados del proyecto, podría ser posible que fuera trasladado a nivel clínico el próximo año. Quizás dentro de unos meses pudiéramos conocer si, efectivamente, los mecanismos estudiados en roedores pueden ser comparables a los seres humanos.

Retrasar el envejecimiento, garantizando de manera simultánea una buena salud, parecen convertirse en objetivos ya alcanzables. Y es que como diría Shakespeare en su obra La fierecilla domada, «nunca seremos más jóvenes que ahora». La ciencia está cada día más cerca de demostrarlo.

Fuente: ALT1040

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